Hay un murmullo amarillo que me mira
con su voz de árbol cansado
con un encanto naranja en cada letra
y un latir de viento helado
Hay un silencio rojo de huesos olvidados
Buscando un pan entre las hojas
Mientras circulan los perros alborozados
Hay una música de agua que tiene manos
De madre y ojos
mojados
Un canto de abuelos con sus alas ocre
Y una sonrisa triste en los tejados
Hay mariposas grises por todos lados
Revolviendo basuras del alma
Mientras circulan los perros alborozados
Hay un puñal pardo tocando las puertas
De las casas con sus pies descalzos
Una voz de hambre en cada hoja marchita
Y un llanto de vientres inéditos llamando
Hay azucenas harapientas en el otoño dorado
Con la valentía erguida
gritando
Mientras circulan los perros alborozados